jueves, 11 de junio de 2015

LORO PIANA Y LA TELA DE FLOR DE LOTO




Posiblemente Loro Piana es el  fabricante de telas más prestigioso y se ha caracteriza por elaborar tejidos cómodos, resistentes ligeros y de gran belleza. Entre sus tejidos destacan: cashmere, vicuña, lana merina, tasmanian, zelander, colección zenit, record bale, store system, pecora nera y cashmere coarsehair.

Las marcas más exclusivas y prestigiosas de sastrerías utilizan las telas Loro Piana para la confección de sus productos.
Recientemente la marca ha patentado una tela que esta confeccionada con una fibra de flor de loto, muy resistente a las arrugas y que tiene una textura mezcla de lino y seda.
Este tejido se presentó en la feria parisina “ Maison et Object 2012 “ una colección para el hogar dedicada a los hoteles mas exclusivos del mundo. Mantas y alfombras en tejidos de máxima calidad.
El proceso de fabricación es extremadamente complejo y laborioso. La fibra se extrae de los tallos de loto y posteriormente es tejida en un período de 24 horas siguientes para evitar su deterioro. Los huertos flotantes se encuentran en el Lago Inle, en Myanmaruna aldea de  Birmania donde  los campesinos locales han utilizado esta fibra para tejer sus telas durante siglos.
Expertos de la casa italiana Loro Piana  estuvieron en la aldea realizando estudios sobre el proceso de fabricación de esta tela y llegaron a la conclusión de que eran necesarios  32.000 tallos de loto  para elaborar solo un metro de tela.
La casa italiana pretende vendre al año alrededor de 300 chaquetas de flor de loto y aunque no parece una gran cantidad de artículos debemos tener en cuenta que su precio unitario es de  4.000.

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 BIBLIOGRAFIA

lunes, 18 de mayo de 2015

LE SAPE




Le Sape es una abreviatura basado en la fraseSociété des Ambianceurs et des Personnes Elegantes” (La Sociedad de anfitriones y Personas Elegantes) y haciendo alusión a la palabra de argot francés "sape", que significa "traje".  Es un movimiento social centrado en Brazzaville, la capital de la República del Congo. Una variante  de Le Sape se llama sapeur. El movimiento encarna la elegancia en el estilo y modales de dandis predecesores coloniales como medio de resistencia. Ellos están en marcado contraste con el ambiente en el que se vive en el Congo .

Le sape se remonta a los primeros años del colonialismo en África y, en particular Brazzaville y Kinshasa. La misión francesa era civilizar a los los africanos que ivan desnudos. Para ello los colonos trajeron ropa de segunda mano de Europa como instrumento de negociación para ganar la lealtad de los jefes de las tribus. Brazzaville pronto se convirtió en la zona residencial más favorecida para los blancos y la sede del gobierno colonial. A finales del siglo XIX sus los criados de los colonos fueron los primeros en abrazar la modernidad europea, porque se les daba ropa en lugar de dinero como compensación por su trabajo.



 Una influencia importante en la élite congoleña, presente durante la década de 1920, fueron los trabajadores coloniales de la África occidental que llegaron al Congo. Se les llamaba Bapopo o Coastmen y sirvieron de inspiración para la élite congoleña para luchar contra los cargos arraigados de inferioridad nivelado a ellos por el colonialismo francés y belgas. Los hombres congoleños jóvenes tomaron el estilo de sus amos.




Su fundador fue André Grenard Matsoua, el primer congoleño en volver de París trajeado, como un monsieur. Su retorno alcanzó dimensiones épicas se le recibió como si fuera embajador de un mundo lejano. Él aceptó esa condición y engrandecio Francia hasta elevarla a la categoría de Tierra Prometida, suyo es el título de grand sapeur. Y si Matsoua fue el pionero de este dandismo, el músico Papa Wemba fue quien lo popularizó. A finales de los años sesenta, Wemba se opuso al regreso a la autenticidad proclamada por Mobutu Sese Seko. El primer dictador de Zaire emprendió una huida hacia delante para desmarcarse de todo lo relacionado con la cultura europea e impuso el abacost (traje de tres piezas tipo maoísta) como uniforme. Wemba nunca renunció a su estilo de sapeur y le dio visibilidad internacional gracias a su grupo Viva la Música. 




A partir de los años ochenta, los sapeurs desaparecieron del paisaje provocado por  tres guerras internas. Hasta principios de este siglo finalizados ya los conflictos, regresaron al grito de "Dejemos las armas y vistámonos elegantemente". "Solo hay SAPE si hay paz" es otro de sus lemas.




Su código de vestimenta lleva además un determinado patrón de comportamiento. Sus reglas no escritas imponen obligaciones estéticas: no se pueden combinar más de tres colores en el mismo atuendo, y éticas: los sapeurs son hombres de una moralidad intachable. La diferencia entre sus condiciones de vida y su manera de vestir será abismal, pero porque le Sape se corresponde con un modo de pensar y de sentir es decir una forma determinada de ser. Desde el pacifismo anima a la autosuperación. Cada miembro se pone un apodo y elige un determinado look. Su condición va acompañada de una determinada gestualidad: andares elásticos, miradas altaneras. El puro y el bastón, dos de sus complementos indispensables, les ayudan a subrayar esa actitud chulesca. Con ellos alargan sus movimientos, los redondean.



Su voluntad es la de dignificar. Esta es una comunidad emocional que aleja a sus miembros de la exclusión social. En los últimos años le Sape está legitimada por las instancias políticas. El presidente de la República del Congo, Denis Sassou-Nguesso, es considerado un buen sapeur. Le llaman Pierre Cardin en honor al modista francés.



Le Sape es un movimiento que  aunque viva ajeno a la moda internacional, contempla sus propias tendencias. 






Entre los jóvenes, cada vez es más popular un subgrupo llamado Picadilly que ha hecho de la falda escocesa su particularidad. Llevan kilt para rendir homenaje al príncipe Carlos de Inglaterra, según uno de sus miembros uno de los personajes más elegantes del planeta.



El sentido del estilo de estos congoleños, como el de cualquier pueblo, está ligado a su propia historia. Los sapeurs están reconciliados con su pasado colonial y adoptan como modelo el del invasor. Podríamos decir que padecen algo así como una especie de síndrome de Estocolmo estético. La superación de la miseria por parte de los sapeurs, aunque simbólica, llevan implícito un mensaje de rebeldía. 




La contradicción es la esencia de este movimiento. Los sapeurs asumen la hostilidad que les rodea, pero al mismo tiempo evidencian el carácter impermeable de las buenas maneras y el vestir bien. La elegancia se revela como un analgésico. La única arma que tienen para defenderse de su destino es su atuendo. Es una llamada al orden en medio del caos. Vivirán en condiciones precarias, pero llevan los zapatos relucientes. Hacen de la necesidad una virtud y convierten el defecto en exceso. 




En la actuadidad Le Sape se ha internacionalizado y en la actualidad encontramos en Bruselas y Londres comunidades de sapeurs. Además en internet, el mito vuela libre. Diseñadores de moda como Paul Smith se inspiran en ella a la hora de confeccionar sus colecciones, y los comisarios de arte la convierten en museizable: la Ciudadela de Pamplona les dedicó una exposición dentro de sus jornadas África imprescindible; al sur del Sáhara.




lunes, 20 de octubre de 2014

Cuatro nombres y una prenda los pantalones



Levi Strauss, Jacob Davis, Amelia Bloomer y Lubna Ahmed al Hussein



Estos cuatros nombres dos hombres y dos mujeres están ligados a la pantalones por muy diferentes razones. Levi Strauss y Jacob Davis inventar los tan famosos pantalones vaqueros, Amelia Bloomer por introducir el uso de los pantalones entre las mujeres y Lubna Ahmed al Hussein por reivindicar el uso de estos entre las mujeres en el mundo islámico.
Como no puede ser de otra manera empecemos a hablar de las mujeres y más concretamente por Amelia Bloomer.
Amelia Bloomer es conocida como la creadora de una moda revolucionaria en su época, los bloomers. Pero Amelia Bloomer fue también una incansable defensora de los derechos de la mujer en una sociedad para la que una mujer era sólo el pilar de la familia, y trataba de dejar en un segundo plano sus facetas culturales, creativas, políticas o trabajadoras.
La activista por los derechos de las mujeres, Amelia Jenks Bloomer nació en New York en 1818. Se casó con el abogado norteamericano Dexter Bloomer, quien la animó a defender sus ideas a través de su periódico The Seneca Falls Courier y a colaborar activamente en la defensa del sufragio femenino y los derechos de las mujeres a través de organizaciones femeninas del área de Seneca Falls, llegando a participar en la famosa Seneca Falls Convention en 1848 (esta convención paso a la posteridad por ser la primera en la que se defendieron los derechos de la mujer en todos los ámbitos sociales y de la que salió el documento Declaration of Sentiments, donde se recogían los puntos fundamentales acordados en esa reunión)
En Enero de 1849, comenzó a publicar su propio periódico The Lily, una publicación completamente dedicada a la mujer y a sus intereses y desde donde intentaba enfocar los temas femeninos.
En 1850 a través de su periódico, presentó un nuevo estilo de vestuario para las mujeres “activas” inspirado en los trajes tradicionales turcos. La presentación de sus pantalones para mujeres  provocaron una oleada de indignación entre la sociedad e insultos de la prensa, de hecho existe la expresión “making a bloomer “ que podría traducirse como meter la pata, cuyo origen fue la presentación de los citados pantalones y que toma el apellido de Amelia como parte de la expresión.
Estos pantalones eran como unas enaguas largas, flojas y ligeramente hinchadas que se estrechaban en el tobillo; sobre ellas iba una falda más corta que las habituales faldas victorianas. Aunque el diseño desde el punto de vista estético puede resultar discutible, lo cierto es que resultaban cómodos y fueron la antesala de los pantalones para uso femenino.
Fueron muchas las mujeres que se atrevieron a usarlos, a pesar de ser ridiculizadas y de las burlas que tuvieron que soportar; algunas los usaban por el convencimiento de que representaban un avance para la comodidad de las mujeres lejos del encorsetamiento que imponía la moda victoriana; otras lo hicieron por reivindicación, usando los “bloomers” como un símbolo de la igualdad de  derechos de la mujer.
El bloomerismo, término acuñado en la época para denominar esta moda, fue perdiendo poco a poco adeptos, aunque sorprendentemente volvió para convertirse en todo un fenómeno representante de lo moderno, en 1890, con la llegada de la “fiebre de la bicicleta”, ya que era mucho más cómodo montar en bici con bloomers y no con faldas. Eso sí, su renacer trajo consigo alguna variación estética, como el uso de un tejidos más adecuados como el tweed, y la eliminación de la falda superpuesta.
Después de luchar por los derechos de la mujer y del derecho de las mujer a vestir cómodas y de poder llevar pantalones parece imposible que en el año 2009 la periodista sudanesa Lubna Ahmed al Hussein, fue arrestada por llevar pantalones, declarada culpable de indecencia y condenada a 40 latigazos y a pagar una multa.
Según la interpretación de la sharia (ley islámica) en Jartum. El Día de Alá solo se puede detener a los que hayan cometido crímenes graves. El gravísimo delito cometido por Lubna Ahmed al Hussein es atacar al Islam por llevar pantalones.
El tres de julio de 2009 Lubna cuando estaba tranquilamente con unas amigas en un restaurante de Jartum cuando varios policías las abordaron bajo la acusación de «vestir ropa indecente», un delito cuya pena nos comunicaron que era de 40 latigazos. Tras ser conducidas a la comisaría, finalmente, Lubna consiguió contactar con  su abogado quien negoció su libertad a la espera de juicio pero el resto no tuvo tanta suerte. De las 13 mujeres que fueron detenidas, diez de ellas no contaban con asistencia letrada, y dos días después fueron azotadas en público, en aplicación del artículo 152 del Código Penal de Sudán. Lubna decidió renunciar a la inmunidad que tiene por trabajar para la ONU y para dar publicidad a su caso distribuyo invitaciones para asistir a su juicio.   
Lubna tras ser sentenciada, finalmente, a 30 días de cárcel prefirió encarar la pena a pagar una fianza de apenas 500 libras sudanesas (140 euros) ya que según dice pagar la fianza hubiera significado reconocer la legalidad de ese Tribunal, y la legalidad de su equívoca jurisprudencia.
La multa fue pagada contra su voluntad  por la Unión Nacional de Periodistas de Sudan para acabar con el gran eco internacional que había tenido este caso. Lubna lucha por la defensa de los derechos humanos más elementales de las mujeres, adolescentes y niñas que se violan habitualmente, posteriomente al arresto de  Lubna, Silva Kashif de 16 años y de la región de Jartum fue condenada ha recibir 50 latigazos por llevar una falda por debajo de las rodillas, considerada indecente.  
La organización de defensa de los derechos humanos Amnistía Internacional (AI) exhortó por su parte a las autoridades sudanesas a abolir la ley y retirar las acusaciones. "La forma en la que esta ley se utiliza en contra de las mujeres es inaceptable y la sentencia prevista, hasta 40 latigazos, es repugnante", declaró la organización en un comunicado. "Esta ley está redactada de tal forma que es imposible saber qué es decente o indecente", lo cual abre la vía a la arbitrariedad de los policías, añade la organización que también considera esta ley "discriminatoria".
Lubna Hussein abrió una página web bilingüe en inglés y árabe para dar a conocer su lucha y multiplicar la recogida de firmas para su petición por abolir una controvertida ley que hasta recientemente no era debatida.
Ahora es el momento de hablar de dos hombres Levi Strauss y Jacob Davis estos dos nombres están ligados a las pantalones vaqueros ya que fueron ellos los que patentaron dicha prenda y el 20 de mayo de 1873 recibieron una carta que, sin saberlo, supondría una revolución en la moda, ya que fue ese día el que recibieron la carta de la Oficina de patentes y marcas estadunidenses que les confirmó el registro número 139.121, que se refería al diseño de unos pantalones de trabajo para los pioneros del oeste elaborados con tela resistente y bolsillos traseros decorados con un ribete. Así nacieron los Levi’s 501, los pantalones vaqueros más icónicos y más vendidos del planeta.
Originalmente los vaqueros fueron ideados y usado como prenda de trabajo, se trata de un tipo de pantalón hecho con un tejido de algodón muy resistente llamado mezclilla o denim. Aunque el primer antecedente de las prendas vaqueras aparece en Génova (Italia) en el siglo XII, los pantalones vaqueros, tal y como los conocemos hoy, se desarrollaron en EEUU a finales del siglo XIX.

Levi Strauss era por aquellos tiempos un comerciante que vivía en San Francisco, que pensó en utilizar las lonas usadas en la manufactura de tiendas de campaña para fabricar ropas de trabajo a los mineros. Tenían que ser prendas que resistieran la vida a la intemperie y el peso en los bolsillos del mineral encontrado.
En un principio eran todas del color marrón ya que este era el color utilizado para las tiendas y sin bolsillos traseros. Pero uno de los clientes de Levi Strauss, un sastre originario de Letonia llamado Jacob Davis sastre de profesión, hastiado de comprar tela para remendar los pantalones rotos, pensó en reforzarlos con remaches de cobre en algunos puntos de especial tensión, tales como los extremos de los bolsillos o la base de la bragueta. Davis ya que carecía de dinero se puso en contacto con Levi Strauss para ofrecerle una la solución a los defectos de sus pantalones, conocidos por aquel entonces como ‘Waist overolls’ y asociarse para pagar la patente.

Ambos se asociaron para crear los primeros pantalones ‘tejanos’ Levi’s, pero no fue hasta 1880 cuando el químico Adolf von Baeyer obtuvo un colorante azul para que el vaquero adoptara su color insignia.
De aquella época aún se conserva un modelo de vaquero, conocido popularmente como el ‘XX’, que se encuentra cuidadosamente guardado en las oficinas de Levi Strauss en San Francisco. Estos ‘jeans’ datan de 1879 y se calcula que su valor de mercado rondaría los 150.000 dólares.